Raúl Aragoneses Lillo
Envió Noé una paloma para ver si las aguas se habían retirado de la faz de la tierra y no halló el ave lugar seco donde sentar la planta de sus patitas y volvió al arca. Entonces él extendió la mano y, tomándola, la hizo entrar consigo para que descansara. Esperó aún otros siete días y, esperanzado, volvió a enviarla fuera del arca nada más aparecer el sol sobre el horizonte. La paloma volvió a él a la hora de la tarde, y he aquí que traía una edición anotada de la Biblia y un bonito marcapáginas de la Feria del Libro de Madrid en el pico.