Nuria Rodríguez Fernández
Como cada sábado, espero a Carmen en el banco de siempre, junto al parque del Retiro de Madrid.
Hoy, el trasiego es constante ya que se está celebrando la feria del libro.
Será una feria distinta, empezando por que estamos en septiembre y no en abril.
La verdad es que ya nada me extraña. He visto cómo ha cambiado todo.
Viví la tristeza del confinamiento y las calles vacías. Sufrí la parte más cruda de la enfermedad y, en consecuencia, la más absoluta soledad.
Hoy, los contadores de historias, como los llama mi Carmen, vuelven, y con ellos la esperanza de que todo volverá a ser como antes, aunque en el fondo sé que ya nada será igual.
La veo llegar, tan guapa como siempre. Recorre los puestos entusiasmada y me emociono al ver que sigue poniendo el alma en cada cosa que hace, igual que cuando estaba viva de verdad, y no solo en mi memoria.