He venido “En busca del tiempo perdido”.
Y vaya si lo he encontrado.
Pero no ha sido en ninguna caseta,
sino en el pabellón infantil.
He entrado por simple curiosidad
y te he visto en el centro de la sala,
radiante, feliz, hermosa.
Con dos niños como dos soles, iguales a ti.
Se les veía sonrientes, alegres, mirándote embobados, con ese brillo en los ojos que solo se tiene cuando eres un crío o cuando estás profundamente enamorado, como yo lo estaba de ti cuando éramos adolescentes y veníamos al Retiro, los días de la Feria, a hojear libros que no podíamos comprar y a pasear, tú con tus patines a cuestas y yo con mis tristes zapatillas,
desgastadas de tanto correr tras de ti.
Koldo Concejo Fernández