«Vivir es inventar»

 

Friedrich Nietzsche

 

Antes de ayer, o hace veinticinco, o cien años, lo mismo da, la cuestión es que alguien que llevaba tu libro y mi sonrisa, descendía por unas escaleras de madera, bajo la mirada cautivadora del gato que habitaba en el hostal de la Calle del Pez. Esa mujer que no era yo, corría hasta Noviciado, rumbo hacia El Retiro.

Emma Bovary mira el teléfono móvil en el metro. Daniel, el Mochuelo, calza unas Converse y, ¿saben? Estudia en la universidad. Cosimo Piovasco di Rondò, en pleno exilio, me guiña un ojo desde lo más alto de un Castaño de Indias y, yo, mientras tanto, sigo pensando en la oportunidad que nos negó la vida.

Entro en el Almirante Benbow dispuesta a malgastar los cuatro duros que me quedan, esperando que Odiseo atraque su yate en el Estanque y venga a buscarme, dirección Velázquez, en un Porche Cayenne.

En fin, el caso es que el Coronel, sí, el hijo menor de los Buendía, sigue vivo, y me esperaba tranquilo, concretamente en la 114, sentado en su silla con un bolígrafo en la mano: “Te dije que Madrid no estaba tan lejos”.

 

Laura Durán Durán

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