…y salí pronto de casa para escapar del calor y dar un paseo por El Retiro.
Una vez se abrieron los stands fue como si de repente hubiera aparecido una muchedumbre de la nada, todo se llenó de gente de un segundo a otro. Por ese tipo de cosas, Madrid me parece una ciudad mágica.
Comencé a recorrer todos las casetas desde el final al principio, de la misma forma que mi madre lee las revistas. Buscaba un libro en particular, uno que quería regalarle a mi padre (y de paso, leerlo yo también).
Después de caminar por toda la feria, y de ver los extraños títulos e infinitas temáticas, distinguí a una de las personas por las que más admiración profeso.
Un periodista intrépido y sincero al que siempre quise conocer. Después de acercarme a él, y no poder comprar su libro por cuestiones económicas (me había gastado mi ajustado presupuesto en el libro de mi padre), me dirigí hacia casa. De camino quise escribirle un twit, disculparme por no haber podido adquirir su libro, y así lo hice.
Su respuesta está en la foto.
Brezo Álvarez Lozano