EL OCIO DIVINO
Ana Pérez Cañamares
No hay nada que hacer aquí.
Es eterno el día de la creación.
El carbón de la cocina
conoció a los dinosaurios.
Por la ventana diviso un potrillo
que mira por vez primera
las ramas del avellano.
Todo cruje de tan vivo:
la luz es levadura y lo fermenta.
A la ruina la atraviesa la zarza y
la convierte en jocosa calavera.
Desde siempre aguarda el gato
su comida, y susceptible desconfía
de la generosidad que no pide
nada a cambio. Él no sabe que crezco
en el esponjoso vacío que deja.
Nosotros no sabíamos
que la casa se engalanó de azul
para cuando se celebrara esta fiesta.
Con el sol ya alto iré hasta el agua
y el cuerpo lavado será espíritu.
Por la noche la coruxa dirá
mi nuevo nombre y yo lo aceptaré
igual que a un ratoncillo palpitante.
No hay nada que hacer aquí, pienso.
Y la alegría me inunda
como si el día fuera un óleo en blanco
y yo supiera pintar
toda la belleza que contendrá.
Ana Pérez Cañamares @anapmares
Publicado previamente en Facebook de la autora.