Y un día (…) dejé de creer en Dios y me encontré creyendo en Gustavo Adolfo Bécquer. “El balcón en invierno”, Luis Landero.
A Marina ya le habían contado que esta feria nada tenía que ver con la del pueblo que, por más que buscara, jamás encontraría la verbena de la plaza, y por ende, nadie la sacaría a bailar. Tampoco estaría el puesto de manzanas caramelizadas. No habría ruleta de la suerte, ni tómbola, ni fuegos artificiales iluminando la noche.
Verás, es una feria diferente. Esta es la mejor época del año para visitar El Retiro- le decía la madre de los niños que cuidaba-.
Pero ella pensaba en Carbajo, las muchachas de su edad estarían a esta hora bordando sábanas y los muchachos plantando la huerta.
Marina apenas sabía leer, no había ido a la escuela, pero el día que adquirió su primer libro –un cuadernillo de caligrafías- en esta misma feria, hace justamente cincuenta años, forjó, sin saberlo, su propio destino y el nuestro.
Mi abuela me narró esta historia innumerables veces. Hoy especialmente pienso en ella, y en su voz serena, y en los cuentos que me leyó todas las noches, rigurosamente, antes de dormir.
Laura Durán Durán
Finalista III Concurso ePRIZES de Literatura Instantánea
Bonito microrrelato. Hace que uno se traslade a aquellos maravillosos años en los que en las atracciones de feria aún no sonaba camela.
Muchas gracias!